Pero hete aquí que no fue precisamente ésa la intención primera del artista.
El cuadro respondía al encargo del Ayuntamiento afrancesado de la ciudad, que quería colgar en la Sala Capitular un retrato del nuevo monarca, José Bonaparte, hermano de Napoleón. Así, cuando en febrero de 1810 Goya presentó la tela, en el medallón destacaba la efigie del rey José. No sería por mucho tiempo. En mayo de 1812, los franceses derrotados abandonaron la ciudad y los patriotas madrileños hicieron desaparecer el retrato del óvalo, pintando encima la palabra CONSTITUCIÓN, en honor a la entonces recién aprobada en Cádiz. Tan sólo unos meses más tarde, en noviembre, los reveses de la guerra devolvieron a Pepe Botella a su lugar en el medallón, del que sería definitivamente desahuciado en 1813, tras la derrota final de las tropas napoleónicas. De nuevo apareció el rótulo constitucional, que la reacción absolutista de Fernando VII hizo desaparecer en 1814, sustituyéndolo por su retrato. Ahí se mantuvo hasta 1843, en que los liberales ordenaron cubrir su imagen por la leyenda “Libro de la Constitución”. Tres décadas más tarde, en 1872, el alcalde de entonces, marqués de Sardoal, quiso recuperar el retrato regio que supuestamente se escondía bajo los diversos repintes del medallón y, al no encontrarlo, mandó que se inscribiera la frase “Dos de Mayo”, poniendo fin a los avatares constitucionales de la preciada obra de Francisco de Goya.
El cuadro respondía al encargo del Ayuntamiento afrancesado de la ciudad, que quería colgar en la Sala Capitular un retrato del nuevo monarca, José Bonaparte, hermano de Napoleón. Así, cuando en febrero de 1810 Goya presentó la tela, en el medallón destacaba la efigie del rey José. No sería por mucho tiempo. En mayo de 1812, los franceses derrotados abandonaron la ciudad y los patriotas madrileños hicieron desaparecer el retrato del óvalo, pintando encima la palabra CONSTITUCIÓN, en honor a la entonces recién aprobada en Cádiz. Tan sólo unos meses más tarde, en noviembre, los reveses de la guerra devolvieron a Pepe Botella a su lugar en el medallón, del que sería definitivamente desahuciado en 1813, tras la derrota final de las tropas napoleónicas. De nuevo apareció el rótulo constitucional, que la reacción absolutista de Fernando VII hizo desaparecer en 1814, sustituyéndolo por su retrato. Ahí se mantuvo hasta 1843, en que los liberales ordenaron cubrir su imagen por la leyenda “Libro de la Constitución”. Tres décadas más tarde, en 1872, el alcalde de entonces, marqués de Sardoal, quiso recuperar el retrato regio que supuestamente se escondía bajo los diversos repintes del medallón y, al no encontrarlo, mandó que se inscribiera la frase “Dos de Mayo”, poniendo fin a los avatares constitucionales de la preciada obra de Francisco de Goya.
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