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26/10/12
22/3/12
7/3/10
Dialogo a principios do século XIX
Un absolutista, un afrancesado, un liberal e un jovellanista falan ao princioio do século XIX.
Gran traballo de Inés Barbeito, Ana Eirea e Hadrián López no que se poñen no lugar cunha empatía notable. ¡Recomendable a lectura!
Gran traballo de Inés Barbeito, Ana Eirea e Hadrián López no que se poñen no lugar cunha empatía notable. ¡Recomendable a lectura!
6/2/10
O problema nacional na España contemporánea
Tal como acordamos, eiqui tedes a accidentada clase que non foi posible proxectar o venres. Vedes que ao final hai unha serie de imaxes (algunhas bastante provocadoras) coa intención de que fagades os vosos comentarios sobre calquera delas.
Hai un ano publicabamos en xiztoria :
Hai un ano publicabamos en xiztoria :
13/11/09
Liberalismo doutrinario: filosofía e bases sociais. J.M. Jover

Esta peculiar burguesía peninsular (clases medias ilustradas; clases medias enriquecidas por la Desamortización; aristocracia que mantiene su base latifundista, pero que ha aceptado la liquidación de la sociedad estamental y el dogma liberal de la «igualdad ante la ley»; auténtica burguesía de negocios surgida del movimiento financiero determinado por el tendido de la red ferroviaria; enclaves peninsulares de la auténtica burguesía europea de base mercantil e industrial: Cádiz, Barcelona, Oporto, etc.), profesa una filosofía política de inmediato abolengo francés, pero que casa perfectamente con la tradición jovellanista nacional. Esta filosofía política es el doctrinarismo; posición esencialmente ecléctica que se propone conciliar los cambios sociales y mentales determinados por la Revolución, con el mantenimiento de una continuidad histórica que se refleja, ante todo, en la primacía de dos instituciones: el Rey y las Cortes. Ni siquiera la «voluntad nacional» pronunciada en un momento dado puede prevalecer sobre estas dos instituciones en las que se concreta una voluntad nacional, no momentánea y por tanto variable, sino permanente a través de generaciones. Cabe, además, señalar como caracteres de la mentalidad doctrinaria: la defensa de la propiedad privada como principio sagrado, absoluto e intangible; la defensa del orden público; el centralismo, también de directa inspiración francesa; el cultivo de unos signos externos de respetabilidad que llevará a esta clase dirigente a presentarse como protectora del «orden moral», y a buscar, una vez consumada la Desamortización, el entendimiento con la Iglesia católica. Todo ello valdrá a los grupos dirigentes que quedan apuntados el asentimiento, más o menos expreso, de ese sector de clases medias a que hemos llamado en otro lugar «burguesía hogareña». Por lo demás, si el doctrinarismo constituye la base doctrinal, filosófica, del gobierno de los moderados, su principio de aplicación es el sufragio restringido, bien a los poseedores de unos determinados bienes de fortuna (sufragio censatario), bien a los poseedores de un determinado nivel de instrucción, acreditado en la posesión de unos títulos o en el ejercicio de una función pública. Tales son los rasgos más visibles que definen, en su actuación política, a los «moderados» que dan su nombre a la España de Isabel II.
JOVER ZAMORA, José Mª; Introducción a la Historia de España, Barcelona 1963; px.624
JOVER ZAMORA, José Mª; Introducción a la Historia de España, Barcelona 1963; px.624
PD. Sirva este texto para volver a deixar constancia da sabedoría e capacidade de síntese do que foi o meu mestre, José María Jover Zamora. Xa non llo podo agradecer en persoa pero quede aquí a miña admiración e agradecemento.
¡Decididamente...confésome fervente "joverista"!
12/11/09
Un novo retrato de personaxe do XIX. O "xunteiro". by Mesonero Romanos
El partido progresista, numéricamente poco importante, mal visto en la Corte, trataba de ganar la calle, como ocurre en casos semejantes. Buscaban el apoyo de los medios populares, las pequeñas clases medias urbanas, tenderos y menestrales, empleados modestos, así como a los resentidos y faltos de empleo, a quienes procuraban arrastrar pasionalmente convirtiéndolos, llegado el caso, en elementos de agitación y de revuelta. Claro es que en sus cuadros dirigentes no faltaban los banqueros y los hombres de negocios.
La fuerza de este partido estribaba en el control de la Milicia nacional, por lo que los moderados se encargaron de suprimirla en 1844. Los «milicianos» habían trocado la misión de custodios del orden por la de protagonistas del motín con harta frecuencia. El modelo del motín era casi siempre el mismo: revuelta de la Milicia nacional y creación de «juntas» que aglutinan a los elementos progresistas más activos.
Mesonero Romanos nos ha dejado una descripción del juntero, prototipo de progresistas: “Este tipo es provincial, moderno, popular y socorrido. Abraza indistintamente todas las clases, comprende todas las edades; pero lo regular es hallarle entre la juventud y la edad provecta, entre la escasez y la ausencia completa de fortuna. Militares retirados, periodistas sin suscriptores, médicos sin enfermos, abogados sin pleitos y cesantes del pronunciamiento anterior. . . Su residencia ordinaria es el café más desastrado de la ciudad y allí irá a buscarlos la masa popular cuando sienta su levadura. . . Luego que llega a entrar con aquella investidura (de concejal, por la Revolución) en la Casa Consistorial, saca del bolsillo la proclama estereotípica, en que se habla de los derechos del hombre y del carro del despotismo, de la espada de la ley y de las cadenas de la opresión, a cuya eufórica algarabía responde el gutural clamoreo de los que hacen de pueblo, con los usados vivas y el consabido entusiasmo imposible de describir. Y nuestro juntero, padre de la patria, lo primero que hace es suprimir las autoridades y declararse él y sus compañeros autoridad omnímoda, independiente, irresponsable, heroica y liberal”
MESONERO ROMANOS: Tipos y caracteres, en Obras, ed. B. A. E., vol. II, p. 242.
En. PALACIO ATARD, Vicente; La España del siglo XIX, Madrid 1978, px. 243
La fuerza de este partido estribaba en el control de la Milicia nacional, por lo que los moderados se encargaron de suprimirla en 1844. Los «milicianos» habían trocado la misión de custodios del orden por la de protagonistas del motín con harta frecuencia. El modelo del motín era casi siempre el mismo: revuelta de la Milicia nacional y creación de «juntas» que aglutinan a los elementos progresistas más activos.
Mesonero Romanos nos ha dejado una descripción del juntero, prototipo de progresistas: “Este tipo es provincial, moderno, popular y socorrido. Abraza indistintamente todas las clases, comprende todas las edades; pero lo regular es hallarle entre la juventud y la edad provecta, entre la escasez y la ausencia completa de fortuna. Militares retirados, periodistas sin suscriptores, médicos sin enfermos, abogados sin pleitos y cesantes del pronunciamiento anterior. . . Su residencia ordinaria es el café más desastrado de la ciudad y allí irá a buscarlos la masa popular cuando sienta su levadura. . . Luego que llega a entrar con aquella investidura (de concejal, por la Revolución) en la Casa Consistorial, saca del bolsillo la proclama estereotípica, en que se habla de los derechos del hombre y del carro del despotismo, de la espada de la ley y de las cadenas de la opresión, a cuya eufórica algarabía responde el gutural clamoreo de los que hacen de pueblo, con los usados vivas y el consabido entusiasmo imposible de describir. Y nuestro juntero, padre de la patria, lo primero que hace es suprimir las autoridades y declararse él y sus compañeros autoridad omnímoda, independiente, irresponsable, heroica y liberal”
MESONERO ROMANOS: Tipos y caracteres, en Obras, ed. B. A. E., vol. II, p. 242.
En. PALACIO ATARD, Vicente; La España del siglo XIX, Madrid 1978, px. 243
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