El partido progresista, numéricamente poco importante, mal visto en la Corte, trataba de ganar la calle, como ocurre en casos semejantes. Buscaban el apoyo de los medios populares, las pequeñas clases medias urbanas, tenderos y menestrales, empleados modestos, así como a los resentidos y faltos de empleo, a quienes procuraban arrastrar pasionalmente convirtiéndolos, llegado el caso, en elementos de agitación y de revuelta. Claro es que en sus cuadros dirigentes no faltaban los banqueros y los hombres de negocios.
La fuerza de este partido estribaba en el control de la Milicia nacional, por lo que los moderados se encargaron de suprimirla en 1844. Los «milicianos» habían trocado la misión de custodios del orden por la de protagonistas del motín con harta frecuencia. El modelo del motín era casi siempre el mismo: revuelta de la Milicia nacional y creación de «juntas» que aglutinan a los elementos progresistas más activos.
Mesonero Romanos nos ha dejado una descripción del juntero, prototipo de progresistas: “Este tipo es provincial, moderno, popular y socorrido. Abraza indistintamente todas las clases, comprende todas las edades; pero lo regular es hallarle entre la juventud y la edad provecta, entre la escasez y la ausencia completa de fortuna. Militares retirados, periodistas sin suscriptores, médicos sin enfermos, abogados sin pleitos y cesantes del pronunciamiento anterior. . . Su residencia ordinaria es el café más desastrado de la ciudad y allí irá a buscarlos la masa popular cuando sienta su levadura. . . Luego que llega a entrar con aquella investidura (de concejal, por la Revolución) en la Casa Consistorial, saca del bolsillo la proclama estereotípica, en que se habla de los derechos del hombre y del carro del despotismo, de la espada de la ley y de las cadenas de la opresión, a cuya eufórica algarabía responde el gutural clamoreo de los que hacen de pueblo, con los usados vivas y el consabido entusiasmo imposible de describir. Y nuestro juntero, padre de la patria, lo primero que hace es suprimir las autoridades y declararse él y sus compañeros autoridad omnímoda, independiente, irresponsable, heroica y liberal”
MESONERO ROMANOS: Tipos y caracteres, en Obras, ed. B. A. E., vol. II, p. 242.
En. PALACIO ATARD, Vicente; La España del siglo XIX, Madrid 1978, px. 243
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