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18/10/09

Os fusilamentos do 3 de maio. O xogo dos opostos.Goya vs Gross

Cuando Goya dio la pincelada final a Los fusilamientos en la Montaña del Príncipe Pío inició un diálogo. Aunque mucho se ha escrito, no hay pruebas de que dicha obra fuera una respuesta a La rendición de Madrid de Gros. Pero podemos pensarlo así.
Es notoria la contraposición de imágenes y significados. Cabe aclarar que, si hubo influencia, fue la obra del francés la que actuó sobre la de Goya, debido a las fechas de ambas creaciones (1810 y 1814 respectivamente). Ahora bien, observémoslas detenidamente
El 4 de di­ciembre de 1808 Madrid se rendía al em­perador.
Gros ha representado la entrega y la humillación de los madrileños, que se arrodillan y bajan la cabeza ante un Napoleón sereno, firme, secundado por sus hombres, uno de los cuales sostiene en una mano el decreto de amnistía para los rendidos. Otra vez aquí los elementos sublimes del poder y la piedad.


Goya, en cambio, corrige el «modelo» francés del gusto sublime. Reemplaza al héroe legitimador por los madrileños que mueren, singularizados en sus distintas actitudes: Desde los que rezan, los que no quieren ver la matanza, y el que hace frente a la descarga ofreciendo su pecho. A su vez, deshumaniza al pelotón de fusilamiento al hacerlo anónimo y sin rostro

Las figuras que inclinan la cabeza y unen sus manos en la pintura de Gros se corresponden a las que Goya hizo, pero en forma invertida, porque allí levantan los brazos y la cabeza (Aunque uno parece rezar, como si fuera un «guiño» a Gros). Es decir, lo que en Gros significa aire victorioso y de misericordia, en Goya es de resistencia y represión.








"Podrían entenderse El dos de mayo de 1808 y El tres de mayo de 1808 (hacia 1814, Madrid, Prado), de Francisco de Goya, como una respuesta del pintor aragonés a la conocida pintura de Gros La rendición de Madrid (1810, Versalles, M. N. del Castillo), que se expuso en el salón de 1810, en el que se representa la absoluta entrega de los españoles, verdadera humillación en algunas figuras que se echan al suelo, y la nobleza —y contento en uno de los guardias (verdadero guiño popular o populista de Gros a sus conciudadanos)— de los mandos franceses, uno de los cuales sujeta en la mano derecha el decreto de amnistía para los ciudadanos de Madrid. No sabemos si Goya conocía esta obra de Gros, aunque fuera a través de estampas o por información indirecta, es posible que no y que pintara las suyas a tenor de los acontecimientos que se desatan en la contienda y en la órbita de las estampas que por entonces se publicaron en Madrid, que recuerdan, como ya señalé antes, algunas estampas francesas revolucionarias, pero la historia se ha encargado de hacer «justicia poética» y es ya habitual emparejar la pintura de Gros con la de Goya. El cuadro del francés presenta la rendición de Madrid en la óptica victoriosa y compasiva de los héroes franceses, los de Goya plasman la resistencia y la represión.Nada puede ser más opuesto que aquella y estas obras, la de Gros es una pintura sublime, las de Goya empiezan a ser patéticas”.
Valeriano Bozal, Goya y el gusto moderno, Madrid, Alianza Editorial, 1994. ISBN 84-206-7127-4.

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