Napoleón aos españois e a "escatolóxica" resposta dos españois a Napoleón

1.- A proclama napoleónica

Napoleón, Emperador de los franceses, rey de Italia, etc., etc., a todos los que las presentes vieren, salud.Españoles: después de una larga agonía, vuestra nación iba a perecer. He visto vuestros males y voy a remediarlos. Vuestra grandeza y vuestro poder hacen parte del mío.Vuestros príncipes me han cedido todos sus derechos a la corona de las Españas; yo no quiero reinar en vuestras provincias; pero quiero adquirir derechos eternos al amor y al reconocimiento de vuestra posteridad.Vuestra monarquía es vieja: mi misión se dirige a renovarla; mejoraré vuestras instituciones, y os haré gozar de los beneficios de una reforma sin que experimentéis quebrantos, desórdenes y convulsiones.Españoles: he hecho convocar una asamblea general de las diputaciones de las provincias y de las ciudades. Yo mismo quiero saber vuestros deseos y vuestras necesidades.Entonces depondré todos mis derechos, y colocaré vuestra gloriosa corona en las sienes de otro. Yo mismo, asegurándoos al mismo tiempo una Constitución que concilie la santa y saludable autoridad del Soberano con las libertades y privilegios del pueblo.Españoles: acordaos de lo que han sido vuestros padres, y mirad a lo que habéis llegado. No es vuestra la culpa, sino del mal gobierno que os regía. Tened suma esperanza y confianza en las circunstancias actuales; pues yo quiero que mi memoria llegue hasta vuestros últimos nietos y que exclamen: Es el regenerador de nuestra patria.

Dado en nuestro palacio imperial y real de Bayona a 25 de mayo de 1808.-

Firmado: Napoleón.

Por el Emperador el ministro secretario de Estado Hugo B. Maret.

2.-A resposta dos españois

POR J. FÉLIX MACHUCA
La caricatura fue editada en México en 1809 por el director de la Gaceta Juan López Cancelada. Y como se puede apreciar en la imagen en la que la reproducimos, el ingenio del autor sintetiza, con humor de manola y majo, el estado de opinión de los españoles contrarios a la presencia francesa. Vemos a España, con la trasera al aire, sobre la montaña de la generosidad. Desde semejante altura (que habla de un pueblo que ha entregado al invasor hasta su familia real) la nación estercola la Constitución de Napoleón, la carta de Bayona, por la que el Emperador se colaba en España con el fin nada filantrópico de sumar las provincias americanas al imperio francés. Vigilándolo todo, con la visión cercana de un potente anteojos, Inglaterra controla los movimientos con su natural talento para los asuntos internacionales. Las islas, como el francés, también querían el tesoro español americano. La caricatura fue conocida en todo México como «la del Manchego».
Esta caricatura formó la opinión de miles y miles de novo hispanos antes de convertirse, por la sagrada puntería del cura Merino, en mexicanos soberanos e independientes. [...]La caricatura sirvió para fijar en la mentalidad de los mexicanos el fraude ideológico y político de un emperador que, escondido en su coartada de progreso y modernidad, invadió un país para saquearlo. La caricatura, como otras informaciones que Cancelada y la Gaceta facilitaron sobre el discurrir de la guerra y la posible vuelta de la familia real a Madrid, lo enemistaron con el Virrey, José Iturrigaray, funambulista político sobre el alambre de la incertidumbre de un España que nadie sabía por donde iba a romperse.